lunes, 27 de abril de 2015

Cuenta Regresiva


(Proyecto de Abril - Mayo del grupo Adictos a la Escritura. Parte uno.)



27/abril/2015
05:00am

Acababa de despertar, blanco, es el único color que puedo ver, hay una música que viene desde lejos, me estremece, y no sé dónde estoy.

Lo último que recuerdo es estar viajando con Libi. Ese día terminamos clases, y fuimos al parque a comer y repasar las materias de la tarde, hasta ese momento nuestro día había sido como todos, y para variar me olvidé mi cuaderno de apuntes en el aula, así que fui por él.

Al regresar Libi estaba pálido y temblando, corrí a verlo. Revisa tu cuaderno, dijo, al hacerlo cayó un sobre en el césped, y Libi se levantó de golpe, cogió sus cosas, las mías y se me acercó al oído. Niña debemos irnos de aquí.

Habían muchas fotos de él, mías, de toda la vida; mientras se ponía el cinturón de seguridad, me pasó un papel que tenía escrito “Cuenta regresiva”, y arrancó…



jueves, 23 de abril de 2015

Espera...



23/abril/2015
13:45

Mientras caminaba sin un rumbo específico, con los audífonos puestos dándome la mejor música, un libro en mano llevándome a los mejores mundos, y fijándome que no vaya a tropezar mientras continuaba mi camino; algo definitivamente inusual me ocurrió, parecía que todo el mundo a mí alrededor se detuvo, el reloj se paró, mi respiración era lo único que podía escuchar, la música quedó en pausa, el cielo con el sol que me calentaba se volvió transparente, y ese instante fue eterno.

No estaba segura de lo que pasaba, pero me gustaba poder tener la oportunidad de vivirlo. Para que tenga sentido lo ocurrido debe saberse de antemano que he sido fanática de los libros desde hace ya mucho tiempo, tal es así que veo el mundo como si fuera uno, y en los últimos meses he evadido llegar al final de este libro. Hasta que un día deseé empezar otros que narren mi historia, pero aún no me había decidido a hacerlo. E imagino mi vida como si alguien la estuviese leyendo, pero esa persona debía ser muy mala lectora, porque se demoraba demasiado en un simple capítulo, y quería hacer lo posible o imposible para que ella acabase pronto, no sé, para darle un cursillo de lectura rápida o algo semejante. Sí algo parecido al “Mundo de Sofía”, aunque prefiero pensar que se parece a Bastián en Fantasía, en “La historia sin fin”.

Volviendo a ese momento inusual en mi vida, me sentía intrigada, no había miedo, pero si curiosidad, esas ganas inmensas de saber qué está pasando, y cómo entro yo en todo esto. Entonces sentí la brisa del viento en mi cabello, cerca al oído, como si me susurrara algo, de hecho lo hizo, y fue por eso que instantáneamente alcé mi mirada al cielo ya transparente.

Él estaba sentado en un escritorio de madera, pero la madera parecía cristal porque podía verlo, sobre el escritorio había una máquina de escribir, justo en el centro, que Él estaba usando, y escuchaba claramente el sonido de las teclas al ser impresas sobre el papel, además en el extremo izquierdo había un bote de tinta con su respectiva pluma, y papel pergamino justo a lado, y no podía faltar la jarra de café en el lado derecho del escritorio y su taza que la llenaba cada vez que era necesario, cerca de su mano derecha.

Él tenía el cabello hasta la altura del hombro de color blanco, pero no era albino ni representaban canas, era un blanco con brillo, del mismo color de su barba y bigote, me sorprendió que llevaba un estilo muy bueno en su barba, se veía bien; sus cejas eran bien delineadas y pobladas al igual que sus pestañas, sus ojos se veían a través de unos lentes redondos sin marco y completamente pulcros, eran de color negro con un tinte miel, una mezcla que jamás había visto, su perfil era perfecto ya que tenía la mejor nariz que he visto, y sus labios de color entre rosa y rojo, formaban un corazón, y tendía a moverlos al ritmo de lo que escribía, eso me gustó, sus manos eran firmes de tez canela, y como tenía arremangada su camisa a cuadros tipo granjero, podía ver sus brazos, para nada era lampiño.

Hizo una pausa a la escritura, y tomó un sorbo de café, en ese momento pude percibir tan gran aroma, y una vez más, como nunca antes lo he olido. Estaba tan metido en su escrito que parecía no haber notado que yo lo podía ver, se limpió el bigote de las marcas que aquel sorbo le había dejado, y continuó, era rápido al mecanografiar, y de seguro era algo divertido lo que escribía, porque de vez en cuando sonreía, hasta en  momentos se reía a carcajadas, no he oído en mi vida una risa más amena, más contagiosa que la de Él.

Entonces dejó la máquina de escribir a un lado, y tomó la pluma, no podía entender lo escribía pero su caligrafía era hermosa, esa que te relatan en los cuentos antiguos, mejor aún; al dejar la pluma en su sitio, por una torpeza, o tal vez con intensión derramó la tinta sobre el escritorio, y fue como si el cielo se nublara, ya no podía verlo, pero escuchaba su risa, al parecer eso a Él le causo gracia, escuché también como salpicaba agua sobre el escritorio, y vi como lo limpiaba con una franela, mis ojos hacían el recorrido que su mano llevaba por el ahora nítido escritorio de madera cristal, cuando paró regresé a verlo, quería saber que iba hacer. Y fue justo ahí que entendí que estaba equivocada, Él sabía que estaba viéndolo, me miró directo a los ojos, y jamás podré explicar con exactitud lo que en ese momento sentí, creí, viví.

Un calor recorrió mi cuerpo no tenía principio, no tenía final, pero comenzó, su mirada era profunda como si supiera más de lo que yo sé, como si me conociera sin tiempo, y yo me pude ver reflejada en sus ojos, y flotaba, o ¿solo tuve la sensación de hacerlo?, me sentí dichosa de que sepa que estoy aquí viéndolo, y al mismo tiempo tuve vergüenza de que sepa que estoy aquí viéndolo, y Él como entendiendo lo que sentía, pensaba, o decía, me sonrío y me hizo una seña de “Espera”. Realmente aunque no me lo hubiese pedido, me hubiese quedado ahí, no había otro lugar en el que quisiera estar.

Mientras esperaba noté que el escritorio se había movido, porque pude ver un ángulo diferente de la habitación, parecía una biblioteca personal, llena de libros, empastados a la antigua, y el viento volvió “¿Te gusta?”, eso fue lo que susurró esta vez, en respuesta solo pude mover mi cabeza enérgicamente de arriba-abajo, Lo supuse. -respondió, no con palabras audibles, sino con pensamientos palpables, ahora más que nunca, nada tenía sentido, y eso me agradó.

Se sentó de nuevo y acabó de escribir en el papel pergamino, esperó a que secase, y dio la vuelta al papel para que pueda leerlo. Yo no podía creer que ese ser tan magnífico me estaba dando la primicia de uno de sus escritos, era algo emocionante, un momento perfecto en todo lo que eso puede conllevar, y lo leí con detenimiento, sabiendo que cada palabra podía transformarme, y ya que no puedo mentir, diré que me desilusioné un poco al leerlo.

Él tuvo que entender mi decepción, ya que apenas acabe de leerlo sonó “Espera”, así que volví a verlo, una vez más volvió a la máquina de escribir, colocó la hoja que había leído, volvió a tomar un sorbo de café, se limpió el bigote, y empezó a teclear de nuevo. Yo volví hacer exactamente lo mismo que al inicio, y me fijé de nuevo en cada detalle del escritorio, de la habitación, de Él, y al llegar a ese “tic” que tiene de mover sus labios mientras escribe, y aunque ya lo dije, ¡me encanta!; pude entender lo que decía, es decir encontré la manera de saber lo que escribía. Me sentí realizada en ese momento.

<<Y mientras ella volvía hacer el mismo recorrido, de la misma manera en que lo hizo cuando me vio por primera vez hoy, y se fijaba una vez más en cada detalle de  mi mesa, del cuarto en el que estoy, cada detalle mío, volvió a esbozar esa sonrisa cuando notó que muevo mis labios al escribir, pero fue más asombrosa su reacción cuando comprendía cada palabra que escribo.
 Sin embargo me deleitó aun más, cómo la sorpresa se reflejaba en su ser, cuando por fin entendió el significado de aquellas palabras que le hice leer “TOMO II”, y su decepción se fue al instante.
Justo en ese momento notó que la estaba viendo, y sus lágrimas empezaron a brotar sin que ella lo sepa, y una sonrisa desde lo más profundo de sí nacía. Y el cielo volvía a su color, y el reloj empezaba a marcar los segundos, y su música empezaba a sonar a lo lejos, sin embargo a través del tiempo, mientras continúo escribiendo ella recordará como pudo verme, y todo lo que esta mañana entendió, conoció, amó y aceptó.
Y mientras todo volvía a la normalidad, el viento volvió a jugar con su cabello, y sin duda alguna supo lo que le susurraba por tercera vez “ESPERA”>>

Por un efímero instante todo se borró de mi memoria y continúe caminando con cuidado de no tropezar, leyendo y escuchando mi música. Y mis ojos empezaron a llorar y en mi boca se dibujó una sonrisa, como si todo mi ser sonriera, y noté que me estaba viendo, y esa voz dulce del viento está plasmada en mí, cada día, cada hora, cada momento, la vuelvo a escuchar, y es más refrescante que el agua

“ESPERA”


martes, 21 de abril de 2015

Aujourd'hui



21/abril/2015
12:44pm

Hoy amanecí odiándolo, odiándome…

Hoy al despertar en medio del insomnio quería su muerte, quería la mía.

Hoy en las pesadillas que el no dormir me permitía tener, quería borrar todo rastro de su recuerdo en mí, todo rastro de que yo existo.

Hoy al levantarme en medio de lágrimas deseaba su ausencia completa en mi ser, mi ausencia completa en este mundo.

Hoy al intentar continuar un día más, anhelaba que la memoria del olvido se fuese de viaje, y que me llevara con ella al otro mundo, y a él también.

Hoy entre canciones y lecturas deseaba regresar el tiempo, silenciar mis palabras, hacer caso omiso a las suyas.

Hoy mientras todo esto pasaba, ese viejo “amigo” volvió acosarme, a tentarme, a “ayudarme”, diciéndome que con eso él también estará bien.

Hoy cuando este hablaba, Aquel me reconfortaba, y sabía por alguna razón extraña que Aquel lo quería bien, y a mí también.

Hoy en los momentos que mis ojos no paraban de decir lo que mi mente no podía callar, tuve que decidir confiar en Aquel o morir en el intento.

Hoy después de escucharlo y creer en Aquel, viví perdonándolo, perdonándome

Hoy por enésima vez, vuelvo a soltar las riendas y decido que sea Él quien las tome, en mi vida, y espero también que en la de él.

Hoy mientras todo vuelve a Su orden perfecto, descansaré en Sus promesas sobre mí.



lunes, 20 de abril de 2015

La última charla con mi Miedo


14/mayo/2031
23:50pm

Culminando hoy con mi festejo número “40” decidí ir a dormir, había pensado que recibí todos los saludos, regalos y abrazos de todas las personas en mi mundo. No fue así.

Acabo de despedirme de un viejo amigo, o talvez enemigo, no sabría definirlo con claridad, él llego al acostarme, y por alguna extraña razón solo yo lo sentí entrar. Más bien salir, de debajo de la cama.

Sí, dirán que perdí mis cabales, que tantos años de estudio, el matrimonio, los hijos y libros leídos han hecho un champú en mi mente, o quizá solo digan que es el impacto de llegar al cuarto piso que me hace caer en delirios de fantasía. Lo peor es que muy pocos creerán que lo que estoy contando es la verdad.

Cuando era niña, había ese algo que se escondía bajo la cama o entre la ropa y me daba miedo, siempre negué que existiera, porque a pesar de mi corta edad sabía que eso era irracional así que lo ignoré hasta que desapareció, o eso creí.

Hoy me vino a visitar me dijo que no volverá más, aunque no lo podía prometer, que a veces le vendrían las ganas de visitarme, saber cómo estoy y quizá hacer una travesurilla por allí. Yo solo pude reír, como lo hace una niña ante lo desconocido, exacto esa risa nerviosa que uno tiene.

No vino para asustarme esta vez, realmente no me dio miedo, me inspiró ternura, compasión, hasta un cierto cariño. Por alguna razón quería lanzarme para abrazarlo fuerte, como una despedida en un aeropuerto.

Lo cierto es que me intrigaban dos cosas: la primera es ¿eres real? él existía, siempre fue así. La segunda, ¿por qué volviste?, y fue su respuesta lo que ha generado mi primer insomnio en esta nueva década.

Mi amado esposo duerme tan tranquilo, ni siquiera se imagina que tuve un visitante inesperado en esta cama hace no más de diez minutos, él no quiso ni perturbar sus sueños, está vez no venía a dar sustos.

Me estoy jubilando –fue lo primero que dijo- así que he venido a despedirme. Permíteme contarte un poco sobre mí –continúo- estás en desventaja, yo conozco todo sobre ti, y tú me preguntas si existo. Así que si me extiendo un poco en el relato, es solo para que puedas entender por qué volví y lo mucho que esto significa para mí. –sacó un pequeño pañuelo de uno de sus bolsillos y se limpió el sudor de su frente, al parecer estaba más nervioso que yo.

Y lo que continúa aquí son las palabras, casi exactas o como yo las recuerdo, de lo que me acabó de contar.


“Nací cuando tú lo hiciste, porque así es cómo llegamos al mundo, y nuestro trabajo arduo dura a lo mucho los diez primeros años, después de eso nos ganamos nuestra jubilación, dependiendo del caso te permiten volver, ya sabes para visitar a tu niño querido. Por favor no vayas a creer que nosotros no queremos, nuestro trabajo es infundir miedo, y nos encariñamos con aquellos con los que nacemos, por eso los conocemos tan bien, por eso cuidamos cada detalle para que ustedes puedan experimentar eso que nosotros queremos dar, y cuando nos toca irnos es triste, ya que  no los veremos cada noche como de costumbre.

Y sí, dije máximo diez años y tú ya tienes cuarenta, pero la mayoría logran cumplir con su meta de trabajo producido en menos de diez años, pero tú fuiste un reto.

Gracias a tu lógica, al evadir eso que te asustaba, al no poder enfrentarte con lo que no conocías, mi trabajo se complicó y tuve que ir de a poco para llegar al puesto que estoy, como supe que no lo iba a lograr de la manera común tuve que arreglármelas. ¿Acaso no recuerdas cómo empezó ese miedo ridículo a las arañas?, lo siento, pero con algo debía comenzar, era parte de mi vida.

Y dejé de presentarme bajo la cama o entre la ropa colgada en el pasillo de tu antigua casa, tenía que ir más allá si quería cumplir con mi objetivo, y fue así como me las ingenié para estar en cada momento de miedo que tuviste.

Y eso tampoco fue fácil, cada vez que encontrabas que algo te asustaba simplemente cambiabas de rumbo, y por ende yo debía hacerlo también. Créeme me hubieses facilitado mucho el trabajo si hubieses visto pelis de terror, o suspenso al menos.

A pesar que al principio yo hacía todo esto para poder disfrutar con mis colegas, poco a poco lo hacía para poder aprender cosas distintas que venían de ti, que es algo que solo he escuchado en las historias antiguas, que creí eran leyenda.

Recuerdo que cuando te daba miedo la oscuridad pero morías de ganas de un vaso con agua, caminabas repitiendo “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”, una y otra vez, eso era raro, porque anulaba casi por completo el miedo, y me intrigaste.

Así que continúe con mi labor, solo que desde entonces prestaba mucha atención a lo que hacías o decías. Sí, me enseñaste grandes cosas.

Gané mucho terreno cerca del inicio de tu cuarto de siglo, para esa altura ya sabía que era lo que más te aterraba, y una vez más lo siento, pero lo preparé todo para ese momento trágico. Sabía que tu temor más grande era no ver cumplidos tus sueños, que todo el camino que tenías adelante se desvaneciese, y sí fui yo quien lo hizo, fui yo quien causó tanto dolor en ti, fui yo quien truncó, por momentos, esos grandes sueños.

Pero te vi llorar cómo nunca lo has hecho, te vi odiar, guardar rencor, y golpear cualquier objeto que este a tu mano, te vi gritar y reclamar tantas veces, te vi caer, te vi golpearte, y no pude llevarlo más, y gracias a Él que no me permitió continuar. Cómo hubiese querido en ese momento ser consuelo, y no lo que soy, déjame decirte algo cada uno tenemos un propósito en este mundo y en otros, así que nunca quieras ser alguien diferente.

De la misma manera te vi reír, amar, te vi perdonar, y acariciar, te vi agradecer, levantarte, te vi sanar, y nada de eso fue hecho por ti, algo más grande que nada que haya visto te empujaba a hacerlo, y tú solo obedecías.

Y fue justo en ese año que decidí que no me importaría el tiempo que me lleve completar mi cuota, jamás volvería hacerte algo así. Y te vi crecer como nunca antes lo habías hecho. Te aferraste a Aquel con quien hablabas cada vez que de niña yo me presentaba. No solo eso, a través de tu vida me mostraste quien es Él y cómo actuar bajo sus designios. Ese fue uno de los más grandes momentos de nuestra vida.

Yo también cumplí cuarenta hoy, y si estoy aquí, es porque tú me tuviste entretenido, llegaría a decir que me enamoré, pero cumplí mi cuota y debo irme, además una buena jubilación no hace daño a nadie. Y bueno espero haber respondido en algo a tu pregunta y haberte dejado en claro porque esta fecha ha sido tan importante para mí también.

Pero no me quiero ir sin antes darte las gracias por tantas cosas que me permitiste conocer, porque conmigo me llevo una de esas frases que en su tiempo repetías y me hizo ver hacia el lado correcto, actuar bien y repetirla en cada instante “En el día que temo, yo en Ti confío”.

No prometo nunca volver, de vez en cuando me encantaría saber de ti, y talvez darte un susto, claro si Él me lo permite. Creo que es todo.”

¡Espera! –Grité- solo una pregunta más, ¿cuál es tu nombre?

Sonrío antes de responder –cómo tú quieras llamarme está bien, piensa en El Principito, y asegúrate si quieres ponerme uno.

Me besó la frente y pude ver como las lágrimas le corrían por su cara, se sacó el sombrero mientras decía –espero volver a verte querida- y volvió bajo la cama.


Lo primero que hice fue buscarlo, pero se había ido, así que para no olvidar nada de esta mágica velada, y porque el sueño al parecer se fue con él, escribo todo esto.


martes, 7 de abril de 2015

El Florón.



07/abril/2015
16:22pm


Añoro esos días del pasado.
Esos días que tenían 500 horas para poder hacer cualquier cosa en un día.
Esos días de sol interminable para poder jugar hasta cansarnos.
Esos días de lluvia que no nos permitían salir de casa, y aun así nuestro mundo era genial.
Y esos días de fiesta, de libre, de “paros”, de vacaciones. Donde la vida era eterna...

Añoro esas noches de antaño.
Aquellas noches que duraban el tiempo justo para descansar, pero no le restaban tiempo al despertar.
Aquellas noches estrelladas y de lunas llenas o vacías, que nos ayudaban a imaginarnos nuevos mundos.
Aquellas noches de promesas, de vernos en sueños, de narrar todo antes, y hacer todo lo que habíamos quedado mientras dormíamos.
Y aquellas noches de asalto, de caminar a hurtadillas, para que nadie se entere, y servirnos un banquete calentado por la “wafflera”…

Añoro aún más lo que la gente no se acuerda.
Como todo el tiempo que disponíamos para leer miles de libros en una sentada.
Como el primer beso, la primera risa que daba dolor en la barriga.
Como jugar a “San Benito” y no permitir que a nadie lleven, “Matatirutirulán” y encontrar nuestras profesiones, “Pupillita” sin pellizcar duro, pero.
Y cómo no, toda la creatividad plasmada en hojas, cuentos, fotos, recuerdos…

Pero lo que más añoro es que el problema más grande que tenía era responder a la típica pregunta

¿Dónde está el Florón?

jueves, 2 de abril de 2015

Kindergarten



02/abril/2015
11:44am


Nunca pensé confesar esto, pero repetí el Kindergarten.

No creo que fuera por no poner empeño, o no hacer las “tareas”.

Pero algo faltó, de otra manera me hubiesen ascendido al curso superior.

Es que ni siquiera tuve la oportunidad de acabarlo, terminado el primer parcial me botaron.

Y a diferencia de otras escuelas, a mí me toca empezar desde “cero”. Iniciar como un recién nacido.

Cómo imaginar que algo así me podría pasar?

Pero la vida sorprende, no son sorpresas buenas, no son malas tampoco. Son Sorpresas, y YA!

Y una debe aprender a aceptarlas, decir “Gracias”, y continuar.

A la final llegaré a culminar mi carrera con éxito, solo que este no es el tiempo.

Jamás me imaginé que ocurriría, pero repetí el Kindergarten.
(En el Amor.)